«Mi trabajo consiste en ser gancho en webs de citas. Me hago pasar por mujeres que no soy en páginas de contactos. Soy algo así como un ‘bot humano’ —vaya paradoja— que hace que los usuarios de las webs para las que trabajo se mantengan en ellas creyendo que están ligando, pensando que tienen posibilidad de conseguir citas para que así sigan pagando por sus servicios». Lo cuenta Isabel*, una mujer española que no quiere revelar su nombre real ni su edad porque ni puede ni quiere exponerse a que cierren la plataforma que le da sustento tanto a ella como a un familiar que depende económicamente de ella.
«Siempre he sido una persona muy de principios, así que me he sentido mal desde el día que empecé a hacerlo hasta hoy, porque no solo estoy engañando a gente sino a gente que muchas veces está muy sola. Pero mis principios acaban cuando empieza el hambre», dice con contundencia y tristeza. Le pagan por mensaje: depende de cuántos envíe, de con cuántas personas finja estar ligando, cobra más o menos dinero. Ha llegado a ganar 1700 euros al mes.
Encontró la oferta en internet durante una situación vital desesperada. «Necesitaba un empleo que me permitiera flexibilidad y teletrabajar porque tenía personas a mi cargo. Aceptar un empleo precario fuera de casa implicaba invertir casi todo mi sueldo en pagar a alguien que cuidara a los familiares que dependían de mí, así que primero probé como teleoperadora en una línea erótica. Me inscribí y me aceptaron, pero nunca me pasaron una llamada. Googleando ‘trabajar por Internet’, llegué a una página web en la que una empresa anunciaba la posibilidad de ganar dinero desde casa con, según decían, los «pagos más altos que puedes encontrar».
«‘¿Estás buscando un ingreso extra desde casa o trabajar a tiempo completo? ¿Tienes imaginación? ¿Eres de mente abierta y creativa? El trabajo como operador puede ser algo para ti’, anunciaban. Me puse en contacto con ellos, empecé a trabajar y, aunque al principio pensé que podía ser una estafa también para mí, que no iban a pagarme por lo extraño que era todo, a la semana siguiente tenía el dinero ingresado en mi cuenta», añade. Nunca ha visto a nadie de la empresa ni nadie de la empresa la ha visto a ella. Se comunican únicamente por email y recibe sus pagos semanales religiosamente según la cantidad de mensajes que haya enviado. Visita nuestra pagina de Sexchop y ver nuestros productos calientes.
Isabel me enseña la interfaz con la que trabaja. Una pantalla de inicio con varios avisos da la bienvenida. Uno de ellos reza «para todos los operadores, evitad el abuso de determinadas frases y palabras: ‘qué tal tu día, qué tal tu semana, etc…’, al finalizar los mensajes ‘un beso, un besito, etc…’, mostrar poco interés con ‘cuéntame de ti’, ‘¿estás en línea?’ ‘¿puedes hablar ahora’ y similares. Totalmente prohibido, revisar manual de operadores 2.7, Mensajes no permitidos».
«Cada uno de los usuarios aparece en el interfaz con un color, que indica cuántos mensajes ha comprado el usuario y cuántos le quedan por consumir. Según sea este número la conversación ha de adquirir unos tintes u otros, siempre con el objetivo de que compre más»
Efectivamente, cuando empezó en esto recibió un manual, que también me muestra. Es un PDF de 13 páginas donde se especifica todo lo necesario para utilizar la web a través de la cual se envían los mensajes falsos a los usuarios estafados. Las explicaciones empiezan por el contador de ganancias, es decir, lo que lleva ganado según los mensajes enviados la trabajadora o el trabajador y termina con el aviso de que, antes de ser enviados, todos y cada uno de los chats son revisados por personal dedicado a corregir: en caso de incurrir en algún error, se le notifica al trabajador qué está mal para que pueda corregirlo.
Porque sí, también hay pautas para escribir los mensajes a los usuarios, que pagan por responder, y ahí está el negocio. Cada uno de ellos aparece en la interfaz con un color, que indica cuántos mensajes ha comprado el usuario y cuántos le quedan por consumir. Según sea este número, la conversación ha de adquirir unos tintes u otros, siempre con el objetivo de que compre más.