Estoy convencido de que a las personas de todas las edades les encanta todo lo que hacen creer. Estamos fascinados con lo que no somos y con lo que podríamos ser. Nos encanta ser arrastrados a historias que no sean las nuestras.
Vamos al cine, vemos obras de teatro en vivo y leemos novelas para mantenernos soñando. Los disfraces son uno de los elementos clave que nos acompañan a hacer creer sin importar lo jóvenes o viejos que seamos.
Piénsalo, desde que éramos pequeños celebrábamos una fiesta llamada Halloween comprando o haciendo que nuestras madres nos hicieran los disfraces perfectos. Tener el vestuario adecuado fue el mayor problema. Pudimos usarlos en la escuela y presumir ante nuestros maestros y amigos y pudimos desfilar por nuestros vecindarios y mostrar nuestros disfraces con orgullo a todos los que vimos. Nos encantaba disfrazarnos de princesas, fantasmas o nuestros personajes favoritos de los dibujos animados.
Ponerse nuestros preciados disfraces significaba mucho más que ponerse un atuendo. Con nuestros disfraces nos pusimos una identidad completamente diferente para que no solo nos disfrazáramos de princesa, sino que realmente nos convertimos en una. De hecho, nos convertimos en nuestros personajes de dibujos animados favoritos y en nuestros buenos y malos favoritos.
Cuanto más grandes se ponen los niños, menos interesados están en celebrar Halloween con grandes disfraces, pero les encanta hacer creer igualmente. Los adolescentes y adultos se llenan de fantasía a través de la televisión, las películas, las obras de teatro e incluso los libros.
Los disfraces son una parte importante de cada una de estas vías de imaginación. Al leer una novela nos imaginamos el vestuario y la ropa que lleva cada personaje. Comenzamos a identificar a ciertos personajes por los trajes con los que los vestimos. Vamos a una película o a una obra de teatro y nos fascinan los trajes que permiten que cada actor o actriz se convierta en el personaje que está interpretando.
Los grandes disfraces y la gran actuación nos permiten olvidar que la abuela de ochenta años que estamos viendo es en realidad el actor favorito de treinta y cinco años con un vestido extraño y mucho maquillaje. Si alguna vez has visto una obra en vivo, entonces sabes el papel vital que juegan los disfraces para hacer de cualquier producción lo que es.
¿Te imaginas ver al Rey León en Broadway sin ningún disfraz? ¡Claro que no! ¿Cómo sabrías qué actores se supone que son qué animal o cómo notarías la diferencia entre los leones jóvenes y viejos? Es el uso de trajes increíbles, detallados y coloridos que permiten que los espectáculos en vivo nos transporten a otros mundos. Los disfraces de todo tipo son mágicos.
Ya sea que tengamos tres u ochenta y tres años, nos encanta vestirnos y ver a otros vestirse. Nos encanta ver nuestros mundos expandidos a nuevos mundos llenos de mundos mágicos o de fantasía. Si te interesa saber algo caliente y algo curioso este lugar será para ti, puedes visitar nuestra pagina de sexshop chile y acuerdate de decirles a tus amigos o familiares sobre nuestra tienda.